Diversos organismos internacionales han definido el concepto buena práctica. En algunos casos, dicha definición agrupa una serie de características o criterios, mientras que en otros se opta por enunciaciones amplias.
Para el presente documento, se ha considerado la definición de la FAO que, en conjunto con la UNESCO, son organismos internacionales que han documentado y compartido experiencias replicables.
Se ha optado por esta definición porque más allá de establecer criterios, hace énfasis en la demostración y validación de los resultados obtenidos. Es decir, plantea el reto —común en la mayoría de las políticas y programas del actuar contemporáneo— de reunir evidencias basadas en rigurosas metodologías de evaluación del impacto, para transitar de una práctica a una buena práctica.
En el tema que nos ocupa, respecto a la evidencia reunida hasta el momento sobre la violencia —y el abuso— contra los niños, niñas y adolescentes, existe amplia literatura científica, así como informes de organismos internacionales que constatan que es posible prevenirla. Los resultados, en muchos de los casos, son cada vez más alentadores.
Actualmente se reconoce que en muchos de los casos una buena práctica puede no necesariamente garantizar su replicabilidad y resultados en contextos distintos, pero sí ofrecer importantes lecciones e ilustrar algunos principios clave en los cuales se fundamenta la misma. Es decir, establecer principios de replicabilidad.
Sin embargo, este documento no pretende ser un material de consulta “terminado” o limitativo, sino, por el contrario, es un documento inicial con carácter estrictamente enunciativo, que parte de una base mínima y da un primer paso hacia la documentación e intercambio de este tipo de experiencias, tanto del contexto internacional como el de nuestro país.
De tal manera, este catálogo es, ante todo, una invitación para aquellos actores que hoy trabajan en la prevención del abuso sexual infantil en México a analizar y ampliar los alcances y la pertinencia de este documento.